| PASÓ UN AÑO..., PASARON DOS LIBROS. |
Se pasan los
años, de uno en uno, aunque parece que cada vez lo hacen más deprisa. Con
ellos, sobre sus lomos, escondidos entre las semanas, apoyados en los meses,
cobijados bajo los días, pasan también las personas, los escenarios, incluso
los libros. Podría glosar alguno de vuestros casos, servirme de esa imaginación
fraudulenta para colgaros historias, pero cometería errores, arriesgaría y no
es de recibo juguetear con la intimidad de los otros, con sus amoríos
censurados, con sus proyectos desbaratados, con sus dolores, sus penas y su
tensa esperanza que se estira, se retuerce y vuelve a su ser no vaya a ser que
se rompa.
Llega el
final del año, precedido por esas fiestas navideñas y uno, obligado por una
costumbre autoimpuesta y por la necesidad de ser fiel a una tradición que surge
en un punto difuso del calendario de algún año del pasado, se sienta ante las
teclas para reunirse con sus amigos, y de paso, mientras ellos comprueban que
es un cansino, que “otra vez este pelmazo”, escribirles, aunque odie los
christmas y las tarjetitas, unas frases que suenan a colofón de un periodo de
tiempo, de un trozo del espacio que se queda atrás, que fluyó como la arena por
el cuello del reloj. No son necesarias las moralejas ni las moralinas, incluso
hasta sobran los típicos balances y las socorridas conclusiones. Urge, en
cambio, la compañía, incluso para seres con tendencias solitarias que se
refugian en la lírica del lenguaje escrito donde retozan y acaban confundidos
por culpa de una sospechosa lucidez.
Pues eso, FELICES FIESTAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario