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PRIMERA VISITA

13 SEPTIEMBRE 2012


Puedes ir pasando.

COMO SI ESTUVIERAS EN TU CUARTO

 Ya lo siento, pero no me dio tiempo a ordenarlo todo como es debido. No importa. Cuando empecé a adecentar la buhardilla el 16 de agosto, un par de días antes de irme de vacaciones, creía que me iba a costar más, o al menos que iba a ser diferente. De todas formas todavía quedan cajas sin desembalar y estanterías a medio montar. A algunos muebles les hace falta una mano de barniz y hay un par de sillas que necesitan ser apuntaladas no vaya a ser que alguno se vaya al suelo cuando se siente.

Considérate como en tu casa. Se puede curiosear por todos los rincones, precisamente este lugar es eso, un espacio plagado de recovecos donde se puede uno encontrar con cosas inesperadas, y que nada tiene que ver con un museo aristocrático e impoluto. Pretendo que lo encuentres siempre limpio y que vayas descubriendo que la disposición de las cosas, de los textos, de los muebles, de los cuadros y las fotografías, de las páginas y las entradas, aunque respondan a un objetivo común -crear un lugar de compartir-, gozan de su propia personalidad (si es que los objetos pueden tenerla); y palabras como pellizcos, punzadas, calambres o detalles encajan como un guante en este ambiente. Cuando disponga de un rato libre a ver si voy dejando cada cosa en su sitio, porque hay papeles que deberían estar en otro cajón, o libros en otras estanterías. Puede que haya cosas que volver a guardar o que retocar.

Por supuesto que me gustaría que participaras de vez en cuando. Si sólo lo hago yo a lo mejor puede resultar aburrido. No obstante, nadie está obligado. Sé por experiencia lo que cuesta a veces escribir un par de líneas, aunque sean para un amigo. Así que como lo comprendo perfectamente, me conformaré con que estés ahí, curioseando y revolviendo entre mis apuntes. Me sentiré acompañado y espero que tú también, al fin y al cabo ahí reside la razón de ser de la literatura: hacernos compañía, a nosotros mismos y a los demás.

Y nada de horarios ni corsés de ningún tipo. Puedes venir cuando quieras. Si no estoy, ya apareceré. Como se suele decir, estás en tu casa. Tampoco yo me siento en la obligación de escribir un día concreto ni sobre algo en particular. Por eso, y recordando a Jorge, nuestro entrañable protagonista de EN DOBLE FILA, redactaré un mesario, porque de eso sí estoy seguro: todos los meses publicaré aquí algo. Y si me salto alguno, me lo recuerdas. Deberías hacerlo.
Estoy preparando café y mi intención era bajar a por unas pastas a la confitería, de esas caseras, de las que se elaboran sólo en la pastelería de mi barrio. Como ya están encargadas de hace días, no creo que tarde mucho en subir. Te esperaba más tarde, no importa. Lo único, si viene alguno más le abres la puerta y le vas comentando mientras vuelvo. No hay demasiados sillones, pero están las alfombras por si alguno le apetece sentarse y no queda sitio.

Voy a desenchufar la cafetera, creo que el café estará terminado, y bajo en un momento a por las pastas. Mientras tanto te dejo puesto un video, que me lo encontré justo un par de días antes de comenzar a colocar el andamiaje de este ático. Los que me conocéis, sabéis de mis debilidades, y Knopfler es una de ellas, y gracias a esta canción tocada en directo con su banda de "sultanes", será más fácil comprenderme. Para mí esto es la definición de la música, no existen las palabras. Lo que se intuye entre los músicos, la complicidad, la armonía , la perfección, la apariencia de que resulta fácil...
Además, conservo ciertos rituales, por si no lo sabías, y cada vez que asoma la idea de una nueva obra, automáticamente se le empareja una música concreta. Este blog no es que sea una novela, pero puede que se convierta en un lugar acogedor y apto para las tertulias, los cafés y la literatura. "Gravy train" será el himno inicial de este acontecimiento. 

Ahí os quedaís, tú, Knopfler, su banda y los que vayan viniendo. Ahora enseguida estamos.




14 SETIEMBRE 2012



La farmaceútica acaba de cambiarse de domicilio. Ahora vive justo enfrente de la farmacia. Le han llegado dos paquetes a su nombre, enseres para su casa. Como tiene confianza conmigo me ha pedido que si no me importaba acercárselos hasta el piso. Por el camino he aprovechado para comentarle lo de la reciente publicación de En doble fila y todo este jaleo del blog. En algún momento de la breve conversación pronunció la palabra hobby. Le contesté que ese no era el término apropiado para definir mi relación con la escritura. Lo dejamos ahí. Muchas gracias y hasta la próxima.

En realidad, solo he tenido una afición en la vida,  un hobby o incluso un vicio, y ha sido jugar al fútbol, lástima que el sentido común, las articulaciones y esos temores adultos hayan dado al traste con el asunto. Por suerte la lectura, que siempre estuvo, ha ocupado ese lugar privilegiado, convirtiéndose en mi nueva pasión. Me he entretenido andando en bici, jugando al frontón, haciendo sudokus, paseando por el monte... Pero no es lo mismo. Y tampoco escribir se puede encasillar aquí. Ni aquí ni allí. Más bien, tiene que ver con los mecanismos de defensa, con las tretas, a veces involuntarias, que uno se utiliza para poder sobrevivir, para ser capaz de soportar el viaje eterno en este carrusel que no para de dar vueltas sin sentido . Creo que Unamuno me hubiera entendido, él ya lo dijo: contar la vida se convierte en una forma de vivirla. Por ahí van los tiros. Creía necesario comentarlo al principio, para que sepamos de qué estamos hablando. Tal vez por eso, todo lo que he escrito hasta ahora esté demasiado agarrado al alquitrán de las carreteras secundarias o a los charcos en las aceras. Hoy por hoy me resulta complicado despegar de ese terreno, demasiado plano y pisoteado. Espero que la farmaceútica lea esto y comprenda por qué no asentí cuando mencionó lo del hobby.

Por cierto, estoy preparando también unas infusiones. Y puede que quede algún refresco en la nevera. A todo el mundo no le gusta el café. Y las pastas puedes comerlas sin recato alguno, que en la pastelería, como se enteraron de que eran para celebrar la inaguración de la buhardilla, me han preparado varias cajas. Son de lo que no hay. A ver si algún día se pasan por aquí a visitarnos. 

La segunda cosilla que os quería comentar, ahora que ya va llegando más gente, es que, aunque todos los recovecos sean accesibles a cualquiera, los hay que se organizaron pensando exclusivamente en mí (perdón por el egoísmo), pero ya que me he metido en este berenjenal, he decidido rescatar -que término más inadecuado en estas épocas- un montón de apuntes, archivos, fechas y curiosidades que tal vez no guarden interés para nadie, ni tan siquiera para un servidor de usted, pero ya que estamos... Unido a esto, he diseñado la buhardilla a base de retales, de pellizcos y de brochazos. No todo guarda una relación lógica o coherente. Esto no es una tesis doctoral ni una sala de museo. Mi pretensión es que después de la visita salgas con una agradable sensación y con el deseo de volver más de una vez. Ya sabes, te espero dentro.



15 SETIEMBRE 2012



Sabía que se me olvidaba algo. Esto me ocurre por no apuntar las cosas, por subir por las escaleras. Cuando cojo el ascensor, el espejo me ayuda a fijar las ideas y sujetarlas en la memoria. Entre las pastas y la emoción del momento se me pasó decirte algo que creo fundamental. Ya lo pone arriba, empecé hace nueve años. Lo primero que escribí recibió un premio, meno,r pero premio. Ello alimentó las ilusiones, y yo incauto e infeliz me creí que el paso inmediato al accésit de aquel concurso iba a consistir en la publicación de Canchas de arena. Pero no fue así. Ni con éste, ni con los siguientes, que ni siquiera recibieron ningún reconocimiento. Con la ayuda de las ferias del libro de Madrid y de algunos escritores y amigos caí en la cuenta de que publicar era muy complicado para los que estaban en el tema. No te digo nada para mí, sin representante o agente, sin tiempo y sin posibilidades de ningún tipo. Fueron muchos los silencios de las editoriales, que sonaban a mala educación. Los descartes de los certámenes literarios y los premios entregados de antemano a gente podía dar prestigio al evento, me hicieron sospechar de aquellos, transformándome en un escéptico de acontecimientos de este tipo. No quiero decir que mis trabajos merecerían el premio, por supuesto que los habría mejores, pero al menos una respuesta, un poquito de consideración.
En resumen, demasiados desengaños. Demasiados paréntesis sin cerrar.
Siempre me gustaron los libros, los de papel. Y los procedimientos clásicos: nada de autopublicarse o colgarse en Internet. Si se publicaba algo mio, cosa que a medida que pasaban los años veía más improbable, sería a través de una editorial al uso. 
También tenía claro el objetivo que perseguía desde el día en que encuaderné mil primer manuscrito: que un libro mio estuviera en las mesas de una librería y que la gente lo pudiera comprar como siempre se compraron los libros. Enseguida, algunos me hablaron de fama, de dinero, de retirarme. Se me pasó el tiempo de soñar, o al menos de ilusionarme gratuitamente con asuntos futuros. Así me ahorro las desilusiones. Además esa no era mi guerra. Solo quería que alguien transformara los manuscritos en un libro con sus tapas y sus hojas bien encuadernadas.
Ahora que se cumplió ese pequeño gran sueño, no estoy dispuesto a dejarlo ir, a que se esfume por falta de marketing o publicidad. La idea de crear un  blog surgió hace varios años. Si lo he hecho ahora es porque En doble fila se lo merece, porque entra dentro del lote de la divulgación del mismo. Y porque tenía ganas de contarte estas cosas. Cosas mias que puede que te suenen cerca, no como las de otros que se creen algo. A mi no me sacan en la tele, ni me plantan en los escaparates de las grandes superficies. Me toca luchar con pequeñas armas, valga este símil bélico y desafortunado, no sé si conseguire algo, pero desde luego, que las pienso utilizar.
Y basta ya de charlas, que se va a enfriar el café.

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