Puedes ir pasando.
Ya lo siento, pero no me dio tiempo a ordenarlo todo como es debido. No importa. Cuando empecé a adecentar la buhardilla el 16 de agosto, un par de días antes de irme de vacaciones, creía que me iba a costar más, o al menos que iba a ser diferente. De todas formas todavía quedan cajas sin desembalar y estanterías a medio montar. A algunos muebles les hace falta una mano de barniz y hay un par de sillas que necesitan ser apuntaladas no vaya a ser que alguno se vaya al suelo cuando se siente.
Considérate como en tu casa. Se puede curiosear por todos los rincones, precisamente este lugar es eso, un espacio plagado de recovecos donde se puede uno encontrar con cosas inesperadas, y que nada tiene que ver con un museo aristocrático e impoluto. Pretendo que lo encuentres siempre limpio y que vayas descubriendo que la disposición de las cosas, de los textos, de los muebles, de los cuadros y las fotografías, de las páginas y las entradas, aunque respondan a un objetivo común -crear un lugar de compartir-, gozan de su propia personalidad (si es que los objetos pueden tenerla); y palabras como pellizcos, punzadas, calambres o detalles encajan como un guante en este ambiente. Cuando disponga de un rato libre a ver si voy dejando cada cosa en su sitio, porque hay papeles que deberían estar en otro cajón, o libros en otras estanterías. Puede que haya cosas que volver a guardar o que retocar.
Por supuesto que me gustaría que participaras de vez en cuando. Si sólo lo hago yo a lo mejor puede resultar aburrido. No obstante, nadie está obligado. Sé por experiencia lo que cuesta a veces escribir un par de líneas, aunque sean para un amigo. Así que como lo comprendo perfectamente, me conformaré con que estés ahí, curioseando y revolviendo entre mis apuntes. Me sentiré acompañado y espero que tú también, al fin y al cabo ahí reside la razón de ser de la literatura: hacernos compañía, a nosotros mismos y a los demás.
Y nada de horarios ni corsés de ningún tipo. Puedes venir cuando quieras. Si no estoy, ya apareceré. Como se suele decir, estás en tu casa. Tampoco yo me siento en la obligación de escribir un día concreto ni sobre algo en particular. Por eso, y recordando a Jorge, nuestro entrañable protagonista de EN DOBLE FILA, redactaré un mesario, porque de eso sí estoy seguro: todos los meses publicaré aquí algo. Y si me salto alguno, me lo recuerdas. Deberías hacerlo.
Estoy preparando café y mi intención era bajar a por unas pastas a la confitería, de esas caseras, de las que se elaboran sólo en la pastelería de mi barrio. Como ya están encargadas de hace días, no creo que tarde mucho en subir. Te esperaba más tarde, no importa. Lo único, si viene alguno más le abres la puerta y le vas comentando mientras vuelvo. No hay demasiados sillones, pero están las alfombras por si alguno le apetece sentarse y no queda sitio.
Voy a desenchufar la cafetera, creo que el café estará terminado, y bajo en un momento a por las pastas. Mientras tanto te dejo puesto un video, que me lo encontré justo un par de días antes de comenzar a colocar el andamiaje de este ático. Los que me conocéis, sabéis de mis debilidades, y Knopfler es una de ellas, y gracias a esta canción tocada en directo con su banda de "sultanes", será más fácil comprenderme. Para mí esto es la definición de la música, no existen las palabras. Lo que se intuye entre los músicos, la complicidad, la armonía , la perfección, la apariencia de que resulta fácil...
Además, conservo ciertos rituales, por si no lo sabías, y cada vez que asoma la idea de una nueva obra, automáticamente se le empareja una música concreta. Este blog no es que sea una novela, pero puede que se convierta en un lugar acogedor y apto para las tertulias, los cafés y la literatura. "Gravy train" será el himno inicial de este acontecimiento.
Ahí os quedaís, tú, Knopfler, su banda y los que vayan viniendo. Ahora enseguida estamos.
| COMO SI ESTUVIERAS EN TU CUARTO |
Considérate como en tu casa. Se puede curiosear por todos los rincones, precisamente este lugar es eso, un espacio plagado de recovecos donde se puede uno encontrar con cosas inesperadas, y que nada tiene que ver con un museo aristocrático e impoluto. Pretendo que lo encuentres siempre limpio y que vayas descubriendo que la disposición de las cosas, de los textos, de los muebles, de los cuadros y las fotografías, de las páginas y las entradas, aunque respondan a un objetivo común -crear un lugar de compartir-, gozan de su propia personalidad (si es que los objetos pueden tenerla); y palabras como pellizcos, punzadas, calambres o detalles encajan como un guante en este ambiente. Cuando disponga de un rato libre a ver si voy dejando cada cosa en su sitio, porque hay papeles que deberían estar en otro cajón, o libros en otras estanterías. Puede que haya cosas que volver a guardar o que retocar.
Por supuesto que me gustaría que participaras de vez en cuando. Si sólo lo hago yo a lo mejor puede resultar aburrido. No obstante, nadie está obligado. Sé por experiencia lo que cuesta a veces escribir un par de líneas, aunque sean para un amigo. Así que como lo comprendo perfectamente, me conformaré con que estés ahí, curioseando y revolviendo entre mis apuntes. Me sentiré acompañado y espero que tú también, al fin y al cabo ahí reside la razón de ser de la literatura: hacernos compañía, a nosotros mismos y a los demás.
Y nada de horarios ni corsés de ningún tipo. Puedes venir cuando quieras. Si no estoy, ya apareceré. Como se suele decir, estás en tu casa. Tampoco yo me siento en la obligación de escribir un día concreto ni sobre algo en particular. Por eso, y recordando a Jorge, nuestro entrañable protagonista de EN DOBLE FILA, redactaré un mesario, porque de eso sí estoy seguro: todos los meses publicaré aquí algo. Y si me salto alguno, me lo recuerdas. Deberías hacerlo.
Estoy preparando café y mi intención era bajar a por unas pastas a la confitería, de esas caseras, de las que se elaboran sólo en la pastelería de mi barrio. Como ya están encargadas de hace días, no creo que tarde mucho en subir. Te esperaba más tarde, no importa. Lo único, si viene alguno más le abres la puerta y le vas comentando mientras vuelvo. No hay demasiados sillones, pero están las alfombras por si alguno le apetece sentarse y no queda sitio.
Voy a desenchufar la cafetera, creo que el café estará terminado, y bajo en un momento a por las pastas. Mientras tanto te dejo puesto un video, que me lo encontré justo un par de días antes de comenzar a colocar el andamiaje de este ático. Los que me conocéis, sabéis de mis debilidades, y Knopfler es una de ellas, y gracias a esta canción tocada en directo con su banda de "sultanes", será más fácil comprenderme. Para mí esto es la definición de la música, no existen las palabras. Lo que se intuye entre los músicos, la complicidad, la armonía , la perfección, la apariencia de que resulta fácil...
Además, conservo ciertos rituales, por si no lo sabías, y cada vez que asoma la idea de una nueva obra, automáticamente se le empareja una música concreta. Este blog no es que sea una novela, pero puede que se convierta en un lugar acogedor y apto para las tertulias, los cafés y la literatura. "Gravy train" será el himno inicial de este acontecimiento.
Ahí os quedaís, tú, Knopfler, su banda y los que vayan viniendo. Ahora enseguida estamos.
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